Probablemente en estos santuarios no existía un sacerdocio organizado; el tipo de vida de la His-
pania antigua no era el más acomodado a ello. En las fuentes clásicas no se
encuentran citas referentes a sacerdotes. Los santuarios estarían al cuidado
de una especie de «sacristanes» que serían los encargados de limpiar los re-
cintos sagrados y de depositar, de tiempo en tiempo, los exvotos en grietas
o zanjas. Los fieles actuarían directamente ante los númenes, no por inter-
medio de segundas personas, sino personalmente.
Los santuarios ibéricos no son templos propiamente dichos, sino cons-
trucciones semejantes a los «tesauroi» griegos, cuya finalidad sería el alma-
cenar durante algún tiempo a los exvotos. Los santuarios ibéricos de
Castellar de Santisteban y Collado de los Jardines, como el del Eremitorio
de Nuestra Señora de la Luz, en Murcia, están enclavados en cuevas, junto
a fuentes y en parajes abruptos. En cuanto a la situación de los santuarios
ibéricos se observan las mismas tendencias que en la religión bereber o en
la Cerdeña
La situación de los lugares sagrados no se fijan según las
reglas de elección de las ciudades, sino en función de condiciones naturales
particularmente favorables a la manifestación de lo sagrado.
La religión ibérica seguramente desconoció en los santuarios ibéricos el
sacrificio de víctimas, salvo quizás el de palomas. En este aspecto, la
religión púnica, pese al tiempo de dominación cartaginesa, en la que existía
toda clase de sacrificios, incluso los humanos, singularmente de niños, no
influyó sobre la ibérica
La ofrenda sería el propio exvoto, en el que el
devoto trata de perpetuar su presencia ante el numen.
En los bronces ibéricos no hay ninguno que represente a los dioses pro-
pios de esta religión. En los exvotos etruscos, gemelos muchos en actitudes
y técnicas a los ibéricos, cuando representan dioses determinados, llevan
sus atributos
Del hecho de que los santuarios ibéricos jiennenses estén situados
junto a manantiales de agua se deduce que, al igual que en la religión de
Cerdeña y en la bereber, las aguas representaban un papel importante en la
religión ibérica. Las aguas eran uno de los medios por los queos dioses fenicios manifestaban su poder maravilloso; en la religión
bereber lo sagrado reside frecuentemente en las aguas. Posiblemente en la
religión ibérica, como en la de Cerdeña, el agua era un medio terapéutico y
mágico al mismo tiempo
Los santuarios ibéricos estarían consagrados muy probablemente a nú-
menes locales, de los que para el ibero el factor verdaderamente importante
no era su figura, sino su función. En este aspecto los exvotos que represen-
tan miembros del cuerpo humano son de una importancia suma, pues gra-
cias a ellos es posible conocer la función de estos númenes. Los genios ibé-
ricos debían ser similares a las deidades africanas, de las que Picard asegu-
ra que eran fundamentalmente las dispensadoras de la fecundidad. La
religión ibérica, como parece deducirse del tipo de exvoto, es una religión
de un gran pragmatismo; el ibero busca ante todo en el culto una utilidad
práctica. Estaría muy cercana de la etrusca primitiva , de la romana de
la época de los reyes y de la bereber. Los iberos, como los bereberes,
no fueron capaces de elevarse sobre las concepciones más simples de la di-
vinidad. Exactamente el mismo fenómeno se observa en Etruria, donde la
concepción de seres sobrenaturales guarda siempre una cierta imprecisión
en lo tocante al nombre, a sus cualidades y a sus formas . En los san-
tuarios ibéricos no hay asimilación a ningún dios griego o romano. Segura-
mente el hecho de que tres santuarios ibéricos estén situados junto a cuevas
y junto a fuentes, es pervivencia de un período cultural anterior. Los genios
ithyphalicos de Minateda y de la Cueva de los Letreros están pintados en
parajes parecidos. Sin embargo, la religión ibérica sufrió una influencia de
las religiones mediterráneas, no sólo en la presencia de edificios, sino en
cuanto a aspectos exteriores del culto: empleo de exvotos. Las actitudes de
éstos se encuentran en todo el Mediterráneo, tanto en la zona de influencia
semita, Chipre y Baleares, como en Etruria, Grecia y Cerdeña.
La religión ibérica tuvo un gran conservadurismo no sólo en no dejarse
influir por las divinidades de los pueblos colonizadores, sino en no darse
fenómenos de sincretismo en los santuarios. En cuanto a los exvotos, los
artistas ibéricos no sólo no modifican los temas recibidos, sino que les dan
un carácter estático, repitiendo los modelos arcaicos, consagrados por la
tradición y copiándolos hasta el infinito por falta de iniciativa.
La forma de religiosidad ibé-
rica se emparenta con la de Cerdeña, la bereber y la etrusca primitiva, no
con la céltica. Magníficamente Maluquer ha señalado la diferencia
específica entre ambos bronces y ambos tipos de religiosidad: «los bronces
que podemos denominar ibéricos son normalmente de tipo personal, re-
cuerdos de una curación o favor especial alcanzado o deseado de la divini-
dad a la que se ofrece. Por el contrario, los bronces célticos representan he-
chos colectivos, procesiones, actos de sacrificios, festividades, cultos, es
decir, representan una idea distinta de aquéllos. Los ibéricos son en esto
exactamente análogos a los exvotos de los santuarios griegos, sicilianos o a
los de la propia Grecia».
"Los santuarios ibéricos de la provincia de Jaén"
José María Blázquez Martínez
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