viernes, 22 de febrero de 2013

El Tesoro Ibero de Santiago de la Espada



El tesoro de orfebrería hallado en estas tierras y estudiado en los años 40 por Juan Cabré. El Tesoro de Santiago de la Espada se compone de fíbulas, anillos, pendientes de oro y plata, brazaletes, torques, un vaso de plata, varios lingotes y tortas de crisol de plata. La multiplicidad de piezas y de estilos con que están realizadas, así como la presencia de los lingotes y de las tortas de fundición, hizo pensar a Cabré que se trataba de la mercancía de un orfebre indígena, tal vez ambulante, y que el lugar del hallazgo hubiera sido el escondite empleado por éste para guardar las piezas.
"Parque Natural de Cazorla,Segura y las Villas"

Brazalete de plata, de sección circular

Pulsera de plata

Brazalete de plata, de sección rectangular
Pendientes de oro de carácter púnico y con forma de recimo de uva
















Asentamiento Ibero:Cabeza Grande y el Collao de la Virgen

Situado en el término Municipal de Villarrodrigo.Podríamos hablar de su arqueología, teniendo en cuenta que la ocupación más antigua para este término municipal está documentada en la Edad de Bronce. Tras ella el mundo ibero donde nos ha dejado asentamientos como La Escaleruela, El Atalayón, El Atalayón Bajo, y posiblemente Collado de la Virgen o Peñas de la Virgen. Presencia que es de considerable interés puesto que se trata de un oppidum con un tamaño que oscila entre las 3 y 4 hectáreas. Los asentamientos de las mismas fases iberas y con similares características en este territorio guardan una distancia entre 15 y 20 kilómetros.
 " Parque Natural de Cazorla , Segura y las Villas"

Asentamientos iberos:Bujalamé


Yacimiento situado en la vega del rio Guadalimar, entre Puente Génave y La Puerta de Segura. Tiene una extensión de 15 hectáreas. Se trata de un oppidum ibérico fortificado, con una continuidad de ocupación que abarca los siglos VI, V y IV, que será abandonado antes de época romana y no volverá a ocuparse hasta la Edad Media
Entre el material cerámico hallado en superficie abundan las decoraciones geométricas de bandas, círculos concéntrios, aguas, etc., características del Alto Valle del Guadalquivir. Asi mismo, se han encontrado cerámicas de cocina y grises de cocción reductora. (RUÍZ RODRÍGUEZ, A. 1997).
En el Ibérico Pleno ( siglos V y IV), Bujalamé adquiere una gran importancia, como lo demuestra el hecho de alcanzar una extensión de 15 hectáreas, equiparándose a los grandes oppida del Valle del Guadalquivir, como Cástulo. En esos momentos encontramos en su entorno pequeños asentamientos (fortines o torres), caracterizados por un emplazamiento estratégico que les permitía ejercer el control sobre el territorio circundante, como La Carrasquilla, en La Puerta de Segura o el Castillo de Torres de Albanchez. Es difícil establecer el motivo por el que se potencia esta zona en la periferia del consolidado Estado de Cástulo. Pudo deberse a una reacción de la aristocrácia local ante el creciente poder de Cástulo o bien a una estratégia del mismo Cástulo para controlar la vía natural de comunicación entre el Valle del Guadalquivir y el Levante peninsular. De cualquier modo, este esquema de ocupación territorial se mantiene en la sierra durante la época ibérica tardía, para desaparecer ante la llegada de los romanos. ( LÓPEZ ROZAS, J., CRESPO GARCÍA, J. M., ZAFRA DE LA TORRE, N., 1993; RUÍZ RODRÍGUEZ, A. 1997).



Edificado sobre un importante oppidum ibérico enclavado sobre una colina de 625 metros de altitud, cercada por un grueso muro de mortero de calicanto y tierra; acá se han encontrado hachas de piedra, puntas de flecha, así como restos de una fundición al pié de dicha colina donde se encontró una estatuilla en bronce conocida como El Sacrificador de Bujalamé, que se localiza en el Museo Arqueológico Nacional. Cronológicamente, este castillo es de época musulmana, del cual quedan restos de una torre, posiblemente la del homenaje, rectangular de unos 8´5 metros, gruesos muros de mampostería y mortero de calicanto. También se pueden apreciar los restos de la cerca del castillo, de tapial, así como los de un muro que enlazaba con la muralla exterior, además de abundantes restos cerámicos. Lo que más llama la atención de este castillo es su enclave estratégico de extensa visión del valle del río Guadalimar y las montañas de Segura, Alcaraz y Morena y, sobre todo, la vigilancia del castillo de La Puerta cuando quedaba inundada la entrada al cerrar el puente. Según me han informado hace poco tiempo, el dueño de esta finca ha derribado completamente los restos que quedaban de este castillo.Asociacion Cultural Sierra de Segura









Interpretación de la religiosidad ibérica y sus santuarios.

Probablemente en estos santuarios no existía un sacerdocio organizado; el tipo de vida de la His- pania antigua no era el más acomodado a ello. En las fuentes clásicas no se encuentran citas referentes a sacerdotes. Los santuarios estarían al cuidado de una especie de «sacristanes» que serían los encargados de limpiar los re- cintos sagrados y de depositar, de tiempo en tiempo, los exvotos en grietas o zanjas. Los fieles actuarían directamente ante los númenes, no por inter- medio de segundas personas, sino personalmente. Los santuarios ibéricos no son templos propiamente dichos, sino cons- trucciones semejantes a los «tesauroi» griegos, cuya finalidad sería el alma- cenar durante algún tiempo a los exvotos. Los santuarios ibéricos de Castellar de Santisteban y Collado de los Jardines, como el del Eremitorio de Nuestra Señora de la Luz, en Murcia, están enclavados en cuevas, junto a fuentes y en parajes abruptos. En cuanto a la situación de los santuarios ibéricos se observan las mismas tendencias que en la religión bereber o en la Cerdeña

La situación de los lugares sagrados no se fijan según las reglas de elección de las ciudades, sino en función de condiciones naturales particularmente favorables a la manifestación de lo sagrado. La religión ibérica seguramente desconoció en los santuarios ibéricos el sacrificio de víctimas, salvo quizás el de palomas. En este aspecto, la religión púnica, pese al tiempo de dominación cartaginesa, en la que existía toda clase de sacrificios, incluso los humanos, singularmente de niños, no influyó sobre la ibérica La ofrenda sería el propio exvoto, en el que el devoto trata de perpetuar su presencia ante el numen. En los bronces ibéricos no hay ninguno que represente a los dioses pro- pios de esta religión. En los exvotos etruscos, gemelos muchos en actitudes y técnicas a los ibéricos, cuando representan dioses determinados, llevan sus atributos Del hecho de que los santuarios ibéricos jiennenses estén situados junto a manantiales de agua se deduce que, al igual que en la religión de Cerdeña y en la bereber, las aguas representaban un papel importante en la religión ibérica. Las aguas eran uno de los medios por los queos dioses fenicios manifestaban su poder maravilloso; en la religión bereber lo sagrado reside frecuentemente en las aguas. Posiblemente en la religión ibérica, como en la de Cerdeña, el agua era un medio terapéutico y mágico al mismo tiempo Los santuarios ibéricos estarían consagrados muy probablemente a nú- menes locales, de los que para el ibero el factor verdaderamente importante no era su figura, sino su función. En este aspecto los exvotos que represen- tan miembros del cuerpo humano son de una importancia suma, pues gra- cias a ellos es posible conocer la función de estos númenes. Los genios ibé- ricos debían ser similares a las deidades africanas, de las que Picard asegu- ra que eran fundamentalmente las dispensadoras de la fecundidad. La religión ibérica, como parece deducirse del tipo de exvoto, es una religión de un gran pragmatismo; el ibero busca ante todo en el culto una utilidad práctica. Estaría muy cercana de la etrusca primitiva , de la romana de la época de los reyes y de la bereber. Los iberos, como los bereberes, no fueron capaces de elevarse sobre las concepciones más simples de la di- vinidad. Exactamente el mismo fenómeno se observa en Etruria, donde la concepción de seres sobrenaturales guarda siempre una cierta imprecisión en lo tocante al nombre, a sus cualidades y a sus formas . En los san- tuarios ibéricos no hay asimilación a ningún dios griego o romano. Segura- mente el hecho de que tres santuarios ibéricos estén situados junto a cuevas y junto a fuentes, es pervivencia de un período cultural anterior. Los genios ithyphalicos de Minateda y de la Cueva de los Letreros están pintados en parajes parecidos. Sin embargo, la religión ibérica sufrió una influencia de las religiones mediterráneas, no sólo en la presencia de edificios, sino en cuanto a aspectos exteriores del culto: empleo de exvotos. Las actitudes de éstos se encuentran en todo el Mediterráneo, tanto en la zona de influencia semita, Chipre y Baleares, como en Etruria, Grecia y Cerdeña. La religión ibérica tuvo un gran conservadurismo no sólo en no dejarse influir por las divinidades de los pueblos colonizadores, sino en no darse fenómenos de sincretismo en los santuarios. En cuanto a los exvotos, los artistas ibéricos no sólo no modifican los temas recibidos, sino que les dan un carácter estático, repitiendo los modelos arcaicos, consagrados por la tradición y copiándolos hasta el infinito por falta de iniciativa. La forma de religiosidad ibé- rica se emparenta con la de Cerdeña, la bereber y la etrusca primitiva, no con la céltica. Magníficamente Maluquer ha señalado la diferencia específica entre ambos bronces y ambos tipos de religiosidad: «los bronces que podemos denominar ibéricos son normalmente de tipo personal, re- cuerdos de una curación o favor especial alcanzado o deseado de la divini- dad a la que se ofrece. Por el contrario, los bronces célticos representan he- chos colectivos, procesiones, actos de sacrificios, festividades, cultos, es decir, representan una idea distinta de aquéllos. Los ibéricos son en esto exactamente análogos a los exvotos de los santuarios griegos, sicilianos o a los de la propia Grecia».


"Los santuarios ibéricos de la provincia de Jaén" José María Blázquez Martínez














Los Iberos en la Sierra de Segura

Los Iberos eran grupos de pueblos que habitaron el sur y el este de la Península Ibérica entre los siglos VI a.C. y II a.C.
Pese a su diversidad, manifestaron características comunes que los enfrentaba, sin tener aún un concepto de unión nacional, a los celtas, establecidos en la meseta y en el norte, algo más rudos, menos organizados política y socialmente y más pobres, que de vez en cuando se dejaban caer en escaramuzas de pillaje contra las propiedades de los iberos.
Parece ser que la organización ibera es fruto de un aprendizaje realizado a partir de las culturas del Mediterráneo oriental que allí dejaron sus huellas.
Entre los iberos y los celtas componían centenares de grupos diversos con innumerables matices culturales diferentes: túrdulos, turdetanos, cántabros, lusitanos, autrigones, galaicos, etc. etc... Los túrdulos y turdetanos se hallaban en el valle del Guadalquivir. Eran los herederos de la tradición tartésica.


Durante el año 1991 un grupo de científicos llevó a cabo una serie de prospecciones en el valle del río Guadalimar para confirmar la teoría de la ruta de comunicación de esta zona con Levante en torno al siglo VI a. C.
De esta época se encuentran tres asentamientos: Bujalamé, situado en la misma vega, entre Puente de Génave y La Puerta de Segura; Cabeza Grande y el Collado de la Virgen, que controla la comunicación con Levante y la Meseta.

En general el sistema de ocupación desde finales del V a.C. y el siglo IV a.C. se mantiene igual que en épocas más antiguas, aunque algunas fortalezas dejan de ser habitadas, creándose otras, quizás en lugares más estratégicos y ampliándose las más importantes, como la de Bujalamé.
Son asentamientos poco numerosos, posiblemente por no haber grandes espacios de cultivo, y con escasa dispersión, es decir permanecen bastante fijos, debido quizá a su buen emplazamiento para controlar los pasos principales y secundarios hacia el Levante.





El tesoro de Orfebrería hallado en Santiago de la Espada en el que hay piezas de oro: un par de pendientes con la figura alada, de la segunda mitad del siglo III a.C. Hay un vaso y más pendientes de la misma época. Del siglo II a.C., una sortija, la fíbula y tal vez el catino.
Del I a.C. dos torques. Hay también piezas de la cultura cética (una vaso, brazaletes y fíbulas. También hay piezas de origen ibero como un juego de pendientes, cuyo autor conocía la técnica de orfebrería púnica. Todo este tesoro está en el museo "Valencia de D. Juan", de Madrid.


También en Santiago, la necrópolis ibérica de las Quebradas y del Castellón. Al final de la etapa ibérica se encuentra cerámica en el Cerro del Castillo del Cortijo de las Fuentes en Benatae. En Villarrodrigo se encontró un conjunto escultórico celtíbero del que se conserva parte en el Museo Arqueológico de Albacete, aunque aparece con el nombre de "León de Bienservida".

Por aquellos tiempos, los griegos se hicieron con el mercado de Tiro tras su caída, pero los cartagineses, que se consideraban herederos legítimos del imperio, arremetieron contra ellos.
 
Así el Mediterráneo se convirtió en un lugar peligroso donde cada pueblo luchaba por la estabilidad y el dominio de las explotaciones de tierra: entre los griegos, fenicios y cartagineses se disputaban las riquezas de nuestras minas. Todos querían sacar tajada.
Las minas y rutas de extracción de metales se fortifican. Los mismos reyezuelos ibéricos se dedican a la explotación y consiguen hacerse con grandes fortunas y tesoros, como lo demuestra el encontrado en Santiago de la Espada.

 ADR  SIERRA DE SEGURA
 



jueves, 14 de febrero de 2013

Ermita de Torres de Albanchez

ERMITA VIRGEN DEL CAMPO
Siglos XVI-XVIII
Esta ermita está situada en el campo, en un entorno rico en fuentes y arbolado, y en ella se realiza la romería del "Ocho de Torres", fiesta muy popular en la comarca, y cuyo origen hay que buscarlo en la antigua tradición por la que cada 8 de mayo la Virgen del Campo era traída desde la Iglesia Parroquial hasta la ermita donde habría de permanecer hasta el 8 de Septiembre, día en el que retornaba de nuevo a la Iglesia.
En 1.235, gentes procedentes de Navarra, de Aragón y de Castilla, acompañados por Clérigos, Militares del Monasterio de Uclés, al mando de fray Pelayo Pérez Correa, Maestre de la de la Orden de Santiago, con el beneplácito del Rey Fernando III El Santo, forzaron la capitulación del castillo árabe de Torres, el Castillo de la Yedra.
En acción de gracia, los nuevos conquistadores fundaron una ermita "sobre una Peñas altas e Agras", a legua y media de distancia, junto al camino viejo de Torres a Villarrodrigo, "La ermita antigua" según consta en un documento fechado en la villa de Torres el día 6 de diciembre de 1.575. Esta ermita construida en la etapa de la Reconquista, ha sido recostruida varias veces a lo largo de los siglos.
La tradición oral dice que la Virgen del Campo fue hallada por un pastor al pie de una encina. Próximo al lugar de la parición, situado entre el Cortijo de la Ermita y el Cortijo de Máximo, junto al camino Real de La Mancha, en el siglo XVI se levantó una nueva ermita para perpeturar en misterio de la aparición.
La nave y portadas fueron levantadas en el siglo XVI; y de otro, la cabecera, añadida entre finales del XVII y principios del XVIII. Presenta una sola nave cubierta a dos aguas y óculo y puerta adintelada en la fachada principal. Ha sido restaurada recientemente.
El actual templo, consagrado a la veneración de la Virgen del Campo, fue construido en 1.957, anexo a un manantial emblemático, La Fuente de La Ermita, desde hace más de 400 años.
El culto a Santa María del Campo y la peregrinación a su ermita, está documentado en viejos legados que se conservan en Torres, un codicilo de más de veinte páginas, fechado el día 29 de Marzo de 1615 por el escribano de el Rey, público y de número del ayuntamiento de la villa de Torres, Alonso Rodríguez de Lopez García, siendo testigos el licenciado Pedro Serrano (cura) y Francisco de Liñán; Juan de Avilés (el otorgante) dice: "ytem mando que de mi hacienda se saquen once ducados y que se den a censo y del redito dellos se digan diez misas cantadas las cuales diga el cura que es o fuere desta villa a nuestra señora del campo de el oficio de su festividades diez dias antes de la pascua de el espiritu santo ques cuando se va a su hermita y se le hace fiesta (...) Yten mando a la yglesia mayor de esta villa cuatro reales y a cada una de las hermitas medio real e a la redención de cautivos un real y al hospital otro real y los once ducados que se cobren a pedro de liñan y cedidos a nuestra señora del campo y quiero que los cobre al mayordomo para acerle un manteguelo esta es mi voluntad".
 
 
ADR Sierra de Segura.

lunes, 11 de febrero de 2013

Torres de Albanchez




La mayor parte de su municipio está incluido dentro del Parque Natural y en él las pequeñas corrientes fluviales que discurren por la superficie municipal llevan directamente sus aguas al Guadalimar o desembocan antes en un afluente suyo, el Río Onsares. Está enmarcado por macizos calizos que acumulan aguas que dan origen a las numerosas fuentes que desde el contacto entre las arcilla y las calizas alimentan arroyos. Un 60 % de la superficie está cubierta por cultivos agrícolas. En las zonas más bajas, a unos 700 m de altitud, se observan con frecuencia encinas aisladas o formando pequeños bosquetes muy aclarados. En sus zonas más altas el paisaje está dominado por pinares que ocupan la cuarta parte del término municipal.
Todo el fondo suavemente alomado del valle está poblado de olivares que se remontan en las solanas hasta los 1.000 m y más. Sobre el paisaje del valle destacan las numerosas aldeas que se disponen regularmente festoneando la zona arcillosa en sus bordes superiores. Junto a las fuentes y en torno a ellas se observa la presencia de tradicionales huertos de cultivos de autoconsumo. La ocupación de la zona es remota, como lo prueban los restos neolíticos encontrados en la Cueva de los Caballos.
Una extensa muestra de restos arqueológicos, demuestra la presencia y colonización del territorio desde el Paleolítico medio. Bien representada está la Edad del Bronce en el asentamiento conocido como El Golillo o Cerro Mahón. Otros restos corresponden a la época ibera y dominación romana. Sobre su pasado islámico no se conservan indicios. Tan sólo que fue conquistada a los musulmanes en 1.235, integrándose el lugar y su castillo dentro de las posesiones de la Encomienda de Segura perteneciente a la Orden Militar de Santiago.
 El Castillo de la Yedra, hoy prácticamente derruido y dominando el cerro en el que se asienta la población fue mandado destruir por el Comendador de Segura, Don Rodrígo Manrique, para evitar que fuese tomado durante las incursiones de los árabes. En 1.383 ya se apreciaban los primeros indicios de su repoblación, otorgándole Segura una dehesa por doblamiento del lugar o por la presencia de pobladores. Es en 1.552 cuando Torres de Albanchez consigue la segregación de Segura de la Sierra, otorgándole Felipe II el título de villa. En el centro del pueblo se conserva una imponente Torre del Homenaje junto al Ayuntamiento y la Iglesia Parroquial de Nuestra Señora de la Presentación que se empezó a construir en el siglo XVI.
En el pueblo de Torres de Albanchez existió un pequeño castillo medieval sobre un promontorio rocoso, remodelado en el siglo XV para hacer frente a los efectos de la artillería. De aquel castillo urbano se conserva solo la imponente Torre del Homenaje cuadrada, de casi 12 m de altura y más de 11 m de lado, construida en mampostería careada en pequeñas hiladas, con las esquinas redondeadas por piezas de sillería dispuestas a soga y tizón, como era habitual en las construcciones santiaguistas. El recinto exterior presenta planta irregular con dos cubos macizos en sus esquinas dispuestos en talud. Enel interior se estructura en tres pisos: en el más bajo hay un aljibe yen los dos superiores, utilizados como residencia, la planta se divide,mediante un muro central, en dos mitades cubiertas por bóvedas de cañónapuntadas y muy rebajadas. Se ascendía a los sucesivos pisos a travésde una escalera que va rodeando la torre. Tal vez contara con unacuarta planta, actualmente desmochada.
 La Iglesia Parroquial de Nuestra Señora de la Presentación fue construida en dos momentos, por un lado la nave y portadas fueron levantadas en el siglo XVI, construida sobre las ruinas de una ermita antigua; y de otro, la cabecera, añadida entre finales del XVII y principios del XVIII. De planta rectangular con una sola nave está dividida en cuatro tramos que cubren bóvedas de medio cañón con arcos seudofajones. El coro está situado en alto, protegido por una baranda de madera. Un arco toral de medio punto da acceso a la sacristía. Paulatinamente se han ido perdiendo mansiones señoriales de interés cultural como la llamada Casa del Mayorazgo. Fuera del pueblo se encuentra la Ermita de la Virgen del Campo. Situada en un entorno rico en fuentes y arbolado, en ella se realiza la romería del "Ocho de Torres", fiesta muy popular en la Sierra de Segura, y cuyo origen hay que buscarlo en la antigua tradición por la que cada 8 de mayo la Virgen del Campo era traída desde la Iglesia Parroquial hasta la ermita donde habría de permanecer hasta el 8 de Septiembre, día en el que retornaba de nuevo a la Iglesia.
Aldeas. Fuente Carrasca, Los Maridos, La Hoya, Los Morachos, Fuenmujer y Fuenfría. www.cazorlaseguraylasvillas.com/index.php?option=com_frontpage&Itemid=1

Sitio arqueológico de Segurade la Sierra

Segura de la Sierra está enclavada en la ladera de un cerro de 1200 m de altitud, ocupando un sector de la ladera oeste, a 1115 m. A sus pies se extiende el valle, formado por los ríos Hornos y Trujala, dominado por dos de los picos más altos de la Sierra de Segura, el Yelmo (1809 m) y Góntar (1341m), situados al sur y al norte de Segura, respectivamente.
Aunque algunos autores hablan de su pasado ibérico, romano y visigodo, no se han encontrado indicios que lo confirmen. Los restos más antiguos aparecidos y los aún existentes pertenecen a época musulmana. Se conservan lienzos de muralla almohades en la Calle del Plano, en la Plaza de las Pesas y en la Calle de Alfonso Messía. Musulmanes son también los baños, restaurados por don Luís Berges Roldán, que están situados en la Calle del Plano, junto a la Puerta Catena.
Así mismo, se conserva gran parte de la muralla cristiana y ocho torres, cuatro de ellas formando parte de las puertas de la ciudad (Nueva, Catena, Orcera y Góntar). Algunos tramos están muy restaurados actualmente.
En cuanto a los edificios, hay que destacar la Fuente Imperial, el actual Ayuntamiento, la portada de la Casa de Manrique y las dos Iglesias (Nuestra Señora del Collado y la de los Jesuítas).


Datos históricos
De los primeros siglos de época islámica nos han llegado escasas y contradictorias noticias sobre "Saqura", siendo considerada por unos autores como hisn o lugar fortificado y por otros como medina o ciudad. Su fundación puede situarse entre la época romana y el siglo IX, aunque carecemos de datos escritos o arqueológicos anteriores al siglo IX (SALVATIERRA CUENCA, V. 1999).
Tras la desmembración del Califato de Córdoba, a principios del siglo XI, su posición estratégica e inexpugnable provoca un continuo cambio de manos. En un principio perteneció a la Taifa de Murcia, hasta que entre 1043 y 1044 se convirtió en un reino independiente gobernado por Said ibn Rufayl, que formó en la coalición antibereber dirigida por Ibn Hud, rey de Zaragoza. Después de este breve período pasó a poder de Alí ben Muyahid de Denia, para volver a independizarse entre 1076 y 1079, cuando Siray al Dawla, hijo del rey de Denia, se separó del reino al ser destronado su padre por Al-Muqtadir de Zaragoza. Finalmente, se integró en el reino de Sevilla hasta que en 1091 los almorávides ocupan Segura (SALVATIERRA CUENCA, V. 1997, CRUZ AGUILAR, E. de la, 1994).
Durante la crisis del movimiento almorávide Ibrahim ibn Hamusk se apoderó de Segura en 1147, tras su sublevación en Sócovos de Yeste, aliándose con Muhammad ibn Mardanis, creador del Reino de Murcia. En 1169 todo el reino creado por ibn Hamusk en Jaén, del que formaba parte Segura, pasó a manos almohades. En este momento, Saqura se describía ya como una fortaleza (hisn) comparable a una ciudad (medina) por la importancia de su población (SALVATIERRA CUENCA, V. 1997).
Carecemos de noticias referentes a los siglos XII y XIII, hasta la conquista de Segura por Fernando III entre 1226 y 1239, que algunos autores sitúan en 1214. Segura fue cedida a la Orden de Santiago el 21 de agosto de 1242. En 1243 tenía Concejo y recibió el fuero de Cuenca; entre 1243 y 1245 se traslada desde Uclés la Encomienda Mayor de Castilla. La importancia que adquiere este enclave explica la construcción de la gran fortaleza y sus fuertes defensas en una población que a finales del siglo XV tenía unos 350-400 habitantes, llegando a doblar esta cifra a principios del siglo XVI. El castillo sirvió de bastión durante las luchas nobiliarias de los siglos XIV y XV y como lugar desde el que partieron numerosos ataques a tierras del reino nazarí de Granada (SALVATIERRA CUENCA, V. 1997, 1999).
La Encomienda de Segura comprendía, en el siglo XV, las villas de Segura de la Sierra, Hornos, Siles, Albadalejo y Benatae, las aldeas de La Puerta, Torres de Albanchez, Génave y Albaladejuelo (Villarrodrigo), así como los barrios de Segura: Orcera, Catena, Amusco y Venta de Secilla (SALVATIERRA CUENCA, V. 1997). Permanecerá como sede de la Encomienda y cabeza del señorío santiaguista de la Sierra de Segura durante toda la Edad Moderna. En 1748 se constituye la llamada Provincia Marítima de Segura de la Sierra, bajo el reinado de Fernando VI, que respondía a la necesidad de materia prima demandada por la política naval del momento, produciéndose a la larga la degradación forestal de toda la zona (CRUZ ARTACHO, S. 1997).
En 1810 las tropas napoleónicas arrasaron y quemaron la población y la fortaleza, permaneciendo esta última en ruinas hasta su restauración en los años 70 por don Francisco Pons Sorolla.

(Base de datos de patrimonio Inmueble de Andalucía)